REVISTA OTRO SENTIDO

Publicación Semestral de la Facultad de Comunicación Organizacional con énfasis en Relaciones Internacionales de la Colegiatura Colombiana







Cuarta Edición Enero-julio de 2010

NARRATIVAS

Cuando exploramos géneros narrativos se abre un mundo de múltiples posibilidades, de una mímesis y de un encuentro entre sentires del autor y del lector a través de una serie de historias, reales o fantásticas sobre una experiencia. Como propuesta para explorar las capacidades creativas y narrativas, la crónica es una construcción que permite tanto al autor como al lector, desarrollar sus capacidades descriptivas e interpretativas. La Revista Otro Sentido en esta edición presenta cuatro trabajos de los estudiantes en los que a partir de este género se abordan distintas historias y sentires que generan todo tipo de reflexiones.


Tatuarse, una herida abierta

Crónica de María Alejandra Jiménez, estudiante IV semestre. Trabajo presentado para el curso de Estética.
Correo: maria.jimenez@colegiatura.edu.co


Fotografías: la autora


Los vicios pueden comenzar siendo cualquier cosa y terminar siendo el centro de la vida de alguien. La Real Academia Española define el vicio como: “el hábito de obrar mal” o un “defecto o exceso que como propiedad o costumbre tienen algunas personas, o que es común a una colectividad”. Incluso dice: “Gusto especial o demasiado apetito de algo, que incita a usarlo frecuentemente y con exceso”; todo depende del contexto o desde el ángulo desde el que se mire dicho hábito o gusto. Los tatuajes son en esencia una forma de expresión, pero llevados a usos extremos pueden convertirse en un vicio igual de arrollador que el alcohol o las drogas.

Tatuarse se ha convertido en nuestra generación en una manifestación de rebeldía sin causa. Ha llegado a ser considerado un acto vacío y casi que comprometido al ego del ser humano. Pero en el momento en que yo entré a Tattoo Alex, entendí que tatuarse es más que rayarse: comprende un ritual tan personal como decorarse la piel del alma. Miércoles 3 de marzo de 2010, 6:15 p.m.




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Cultura sin fronteras

Por: Alejandra Arredondo. Estudiante primer semestre. Texto presentado en el curso historia de las culturas.
Correo: alejandra.arredondo@colegiatura.edu.co


Un planeta con las condiciones necesarias para el desarrollo de la vida; un mundo donde habitan alrededor de 6000 millones de personas y 1,75 millones de especies: esa es mi casa. Una casa llena de colores, olores y sabores; de idiomas, ideologías, gobiernos, razas, monedas, mercados, mejor dicho, un planeta lleno de culturas. Mi casa es el planeta Tierra.

Por ésta Tierra han pasado varias especies dominantes antes de que el homo sapiens evolucionara a tal punto de convertirse en la especie que volcara el recorrido, que se diera a la tarea de pensarse no solo como ser vivo, sino también como ser dotado de mente y razón. Es aquí donde comienza el aprendizaje del hombre en sí, en la relación con su entorno y en la estructuración de sus parámetros de vida, su cultura.








La selva y el océano fusionados en el cemento

Crónica de Susana Correa Arango, estudiante IV semestre. Trabajo realizado para el curso de Estética.
Correo: susana.correa@colegiatura.edu.co
Fotografía: la autora.


El arte de expresión física, llamada movimiento, es la búsqueda de transmisión de emociones, sentimientos, de actos creativos e innovadores que motiven e inspiren un nuevo descubrimiento corporal, de valoración espiritual que permita desplegarnos en el aire.
¿Y qué consecuencias genera el movimiento? Al decir verdad, se pueden exponer y descubrir muchísimas emociones de adrenalina, vitalidad, desenvolvimiento y vibración de los cinco sentidos en un espacio determinado.

Para lo anterior, se ha creado un lugar especial, místico, urbano y sobre de todo de mucho movimiento en la ciudad de Medellín, llamado: Bowl de la “Fauna Colombiana”, ubicado en la avenida Industriales, sector Ciudad del Río.





Nacer en el corazón



Por: Alicia Molina, estudiante tercer semestre. Crónica presentada para el curso de Literatura II. Correo: alicia.molina@colegiatura.edu.co

Al estilo de la cigüeña, llegaron Mariana y Martín a la casa de sus padres. El matrimonio de Julia y Sergio llevaba mucho tiempo buscando un bebé. Lo que no sabían era que Nana (como la llaman ellos cariñosamente), no llegaría al vientre de su mamá, sino que la cigüeña la dejaría esta vez en La Casita de Nicolás donde ellos podrían ir a recogerla. Mariana y Martín, como les cuenta su madre, “no nacieron de la barriga, sino del corazón”.



Un día de abril, después de una larga lucha por tener un hijo, Julia decidió llamar a La Casita de Nicolás, donde le dieron una cita para la semana siguiente, el 12 de abril de 2000. Ella cuenta que el día de la llamada iba en el carro escuchando música y de pronto sonó una canción que no había oído antes, era Milagro de abril de Alberto Plaza. Explica que la canción fue su última prueba. Nueve años después, declara: “Nuestra Mariana es un milagro de abril, así es como le decimos”. El proceso de adopción fue increíblemente rápido, ya que por lo general tarda aproximadamente de un año y medio a dos años; en el caso de Mariana fueron “sólo cinco meses de embarazo”, comenta Julia entre emocionada y sorprendida.

Mariana entró a la Casita de un día de nacida, Claudia Méndez al verla dijo: ¡ésta es Mariana!”. Claudia, psicóloga y directora administrativa de La Casita de Nicolás, trabaja allí desde hace 30 años. Julia dice que ella y los miembros del hogar tienen “una iluminación especial” para saber a qué hogar pertenecen los bebés. “Es una cosa muy impresionante porque hacen parte de todo un engranaje entre el Cielo y la Tierra. Es muy común que los hijos adoptados se parezcan a uno de los padres, ¡es una cosa increíble!”.